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ANALISIS DE LA INFORMACION
3.a.
El período 1990-1994: un quinquenio para ENSO
Entre julio de 1990 y los primeros meses de 1995 se identificaron incrementos variables de
la temperatura en las regiones El Niño 1 a 4 que fueron interpretados por los científicos de
distinta manera, debido a la ausencia de uniformidad en los registros. Se trataba de un mosaico de variaciones
térmicas que se modificaban de una región El Niño a otra y en distintos momentos. Es
por eso que no hubo acuerdo acerca de si se trató de un prolongadísimo fenómeno ENSO que nadie
pudo pronosticar en cuanto a su duración, o si más bien, lo que ocurrió fue que sí
se produjo un evento, entre 1991-1992, que luego fue seguido por débiles y ocasionales aumentos sobre
el promedio, de las temperaturas superficiales del mar, sin que pudiera hablarse de un Niño como tal (Glantz, 1996).
Se optó por estudiar el lapso mencionado entre 1990 y 1995 tal cual lo cita el listado
de la United Kingdom Meteorological Office (UKMO), reconociendo la presencia de un fenómeno del Niño a lo largo
de todo el período (cuadro#1) - con una temporal desaparición durante los dos primeros trimestres
de 1994 para resurgir en julio de ese año - pero con el cuidado de que fue un intervalo
de gran variabilidad en cuanto a los parámetros de ENSO y de que las variaciones térmicas indicativas
del fenómeno se mantuvieron entre 0 ºC y 1,5 ºC por sobre lo normal, lo cual no implica una gran diferencia respecto de las condiciones
No ENSO (Glantz, 1996).
Entre 1990 y 1994, el 51.4% de los eventos registrados ocurrieron en San José y Limón,
y esta provincia reunió por sí misma 120 eventos (28.4%), casi 10 veces el porcentaje que consta
para Guanacaste, de tan sólo 3% (13 eventos). Ambas provincias son costeras y tienen una densidad
de población semejante, de 28 y 26 hab/km2, respectivamente (dos y media veces menos que la de todo el país) y los usos de la
tierra son en ambos casos mayoritariamente agropecuarios y turísticos, pero con diferencias importantes
(fig.12).
Guanacaste es un territorio dedicado a haciendas ganaderas, con grandes y pequeños
propietarios, la mayoría de ellos costarricenses, pero también en años recientes se ha difundido
el interés en la adquisición de tierras entre inversionistas y residentes extranjeros, quienes han
buscado particularmente el litoral. Se han desarrollado proyectos turísticos enfocados al visitante foráneo.
Hay muchas haciendas grandes dedicadas a la producción de arroz y caña de azúcar, fundamentalmente.
En el caso limonense, son las tierras productivas las que pertenecen a empresas transnacionales, especialmente
bananeras. Puesto que también cuenta con playas, éstas han sido objeto de la expansión de
infraestructura turística pero dirigidas a un turismo distinto, bastante heterogéneo en cuanto
a origen, edad y clase social.
En el intermedio, Cartago aportó el 16.5% de los eventos (70), Alajuela el 13% (54)
y Puntarenas el 11% (46).
Heredia y Guanacaste se colocan últimas, y en el caso de ésta, su rezago en
los registros se explica porque al desaparecer las plagas reporta exactamente la tercera parte de los que en suma
observara para los 4 años anteriores.
En el nivel cantonal, Turrialba, Limón, San José y Talamanca, en ese orden, siguen como los más reportados en cuanto a eventos dañinos.
Desde al menos 5 años atrás, estos municipios ya habían desarrollado una estructura social
y de ocupación del espacio que los colocaba en condición de recibir los impactos de una variedad
de fenómenos hidrometeorológicos, independientemente de la magnitud de éstos. Son estos cantones los que reúnen
la mayoría de ellos, sumando 145 eventos que equivalen al 34.2% de todos los del período (fig. 13).
Las inundaciones representaron el 55% de los eventos, seguidas de las epidemias (17.3%)
(fig.14). Los deslizamientos y vendavales tienen una importante presencia, con 54 y 34 registros
cada categoría, del total de 423 (cuadro #3).
CUADRO # 2. POBLACION
DE COSTA RICA POR PROVINCIA
UNIDAD
TERRITORIAL
|
EXTENSION
(km2)
|
POBLACION
|
DENSIDAD POBLACION
(hab/km2)
|
Costa Rica
|
51,1001
|
3,367,455
|
66
|
San José
|
4,965.90
|
1,220,412
|
246
|
Alajuela
|
9,757.53
|
601,674
|
61.66
|
Cartago
|
3,124.67
|
378,188
|
121
|
Heredia
|
2,656.98
|
270,096
|
102
|
Guanacaste
|
10,140.71
|
266,198
|
26
|
Puntarenas
|
11,265.69
|
375,639
|
33.3
|
Limón
|
9,188.52
|
255,248
|
28
|
Las epidemias no son eventos hidrometeorológicos, pero en el caso de algunas de ellas, su difusión está asociada a condiciones
meteorológicas particulares que si bien indirectamente, pueden contribuir en mucho a su agravamiento o a
su erradicación. Tal es el caso del cólera y el dengue.
La escasez de agua apta para consumo y uso humano y la falta de higiene son dos factores
determinantes para la aparición de una epidemia de cólera o hepatitis A. En este quinquenio
se presentaron varios focos de cólera, de los cuales constan en la base 24 registros, que equivalen
al 32% de todas las epidemias del período. Pero, pese a la profusión de brotes de cólera,
es poco probable que haya ocurrido una severa escasez de agua que haya impedido a la población satisfacer
sus necesidades higiénicas. Más bien, el cólera fue la primera causa de epidemia debido sobre
todo al descuido de las personas, y puso en evidencia la práctica de algunos malos hábitos, por lo
que no es posible asociar un evento climático particular con este problema de salud pública.
En el caso del paludismo y el dengue, aunque la responsabilidad civil en la existencia
de criaderos para los zancudos vectores es fundamental para desencadenar un brote, también se precisa
de agua abundante y de temperaturas elevadas. Ambos factores de riesgo pueden existir tanto en período ENSO
como No ENSO, pero éste es capaz de exacerbar las condiciones ambientales idóneas y contribuir a
la propagación de la enfermedad.
Entre 1990 y 1994 hubo 19 reportes de epidemias de dengue y 9 de paludismo. Representaron,
el 25% y 12% de las epidemias registradas, respectivamente. En el caso del dengue, sus brotes fueron en cierto
modo una novedad, pues desde hace tiempo no se presentaba en Costa Rica una crisis sanitaria asociada a él,
pero el paludismo puede decirse que es casi endémico y aunque en un bajo porcentaje, sigue vigente en el
país, y la mayoría de los casos suelen concentrarse en Limón. En cuanto al dengue, únicamente
Heredia y Cartago no aparecen reportadas ni una sola vez. El resto de las provincias sí lo hace, pero de
manera equitativa.
El año 1992 acapara el 28.4% de los registros (120), pero tan sólo dos años
antes éstos se reducían a 42 eventos, menos de un 10% de la suma del período. Los dos
primeros trimestres de 1992 reportaron una intensificación del fenómeno ENSO que venía manifestándose
desde 1990. De acuerdo con la UKMO, es entonces por primera vez, que en este intervalo ENSO el fenómeno
pasa de una fase moderada a una fuerte (fig.15).
Durante este quinquenio en Costa Rica se reportó un centenar más de eventos
que en 1985-1989. Dicho aumento se concentró en las inundaciones y epidemias, donde las primeras señalan
108 eventos más y las segundas casi se duplicaron (pasaron de 44 a 75). Mientras tanto, los deslizamientos
y vendavales se mantuvieron constantes.
El caso de las epidemias, aunque de interés para el propósito de la investigación
en lo que respecta al dengue y la malaria, está exagerado proporcionalmente por los registros del cólera
y el sarampión. Por esa razón no se obviaron, pero la relación entre ellas y la VC se ha manejado
con cuidado, para no sesgar los resultados.
Dada su variación, las inundaciones sí deben ocupar más la atención
por haber incrementado en más de un centenar en cuatro años, así como las sequías
por la razón opuesta: los dos casos reportados sugieren que se trató de un evento más bien
benigno en cuanto a este tópico particular, pero sin mencionar aún los daños asociados,
que pudieran cambiar la perspectiva. No será sino hasta el siguiente período – 1995 a 1998
– que las sequías tendrán un papel más protagónico, pero a juzgar por lo sucedido con
los reportes de 1982-1983, es factible pensar que antes de eso ya se habrían presentado en mayor número
sin que los casos fuesen contabilizados.
En estos años las plagas desaparecen del todo, luego de haber alcanzado una cifra
récord de 35 eventos en 1985-1989, los incendios forestales se reducen a la mitad (de 17 a 8) y las lluvias
pasan de contabilizar tan sólo un evento, a sumar 15 eventos.
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