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IX. ANÁLISIS PRELIMINAR DE LA INFORMACIÓN ENSO EN MÉXICO

De los 3,783 reportes con que cuenta actualmente Desinventar México, 2436 corresponden a reportes asociados con el clima, es decir un 64.4% (gráfica 3). Dan cuenta de 13 indicadores de los 16 que podría incluir, pues no existe al momento ningún registro relativo a aluvión, avenida o neblina, asunto que deberá revisarse en la depuración de datos a la que se hizo alusión antes.

Gráfica 3





En el mapa 4, que da cuenta de la distribución en el territorio nacional de los reportes asociados con el clima para el periodo 1980-1998 encontramos, de nuevo, que la mayor cantidad se localizan en el Distrito Federal y en el Estado de México, seguidos por Veracruz en el Golfo de México, y por dos estados norteños que son Chihuahua y Tamaulipas, tras los cuales aparecen otros tres ubicados al norte, Baja California Norte, Sonora, Coahuila y Nuevo León, los estados del Pacífico centro y sur de Jalisco, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, y al centro Hidalgo y Puebla. Comparando con el mapa 3, encontramos una distribución y una secuencia casi idéntica lo cual da cuenta de que la mayoría de los reportes para el caso de México son justamente aquéllos relacionados con el clima.

Mapa 4: Distribución espacial del total de reportes asociados con el clima. México 1980-1998






Si consideramos exclusivamente los años Niño, encontramos la concentración en el total de reportes de la base de datos y en el total de reportes asociados con el clima para 1982-1983 que se muestra en las gráficas 4 y 5.


Gráfica 4


Gráfica 5



Las gráficas 6 y 7 muestran, exclusivamente para años Niño, la concentración en el total de reportes de la base de datos y en el total de reportes asociados con el clima para 1997-1998.

Gráfica 6


Gráfica 7


Considerando no sólo los grandes eventos, sino también aquéllos pequeños y medianos asociados con el clima en el periodo para el cual se cuenta con información en Desinventar, encontramos que cubren cerca del 65% del total. Su concentración en los años Niño muestra que este porcentaje se mantiene para 1982-1983 (64%) y se incrementa de manera notable para 1997-1998, en que alcanza el considerable porcentaje de 81%. Si bien, como hemos señalado, es necesario completar y ampliar la base de datos y depurarla, las cifras anteriores dan cuenta del papel determinante que los eventos de desastre asociados con el clima, particularmente en años Niño, juegan en México.
Por lo que corresponde a la distribución a lo largo del territorio mexicano de los reportes asociados con el clima para los dos años Niño identificados, que aparecen en los mapas 5 y 6, tenemos que, de nuevo precedidos por el Distrito Federal, y por éste y el Estado de México, se encuentran básicamente los estados del norte (Sinaloa, seguido por Chihuahua, Sonora, Baja California Norte, Baja California, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León), a los cuales se suman Chiapas y Veracruz (dando cuenta de las inundaciones ocurridas) para 1997-1998.

Mapa 5: Distribución espacial del total de reportes asociados con el clima. México 1982-1983

 

 


Mapa 6: Distribución espacial del total de reportes asociados con el clima. México 1997-1998


 

Dada la correlación histórica existente entre Niños y sequías para el caso de México que en algunos ejercicios, como vimos anteriormente, alcanza el 50%, hemos trabajado el material existente en Desinventar para explorar su comportamiento con los reportes con que cuenta a la actualidad, incluyendo los indicadores asociados con la sequía, que son éste mismo, ola de calor e incendios forestales. Su representación aparece en la gráfica 8, mostrando un incremento notable en 1998.

 


Gráfica 8

 


De la misma manera, hemos correlacionado estos tres indicadores con los años Niño 1982-1983 y 1997-1998.  Su representación se muestra en las gráficas 9 y 10.

 

Gráfica

 

Gráfica 10

 

Si bien en la gráfica 8, que cubre todos los reportes hasta ahora capturados para 1980-1998, estos indicadores se diluyen, sólo destacando los incendios forestales que en 1998 constituyeron, como se dijo antes, una catástrofe ecológica y social, en las gráficas correspondientes a 1982-1983 y 1997-1998 se evidencia una intensificación. No obstante, dentro del total de reportes asociados con el clima para estos dos periodos, la asociación de los tres indicadores que dan cuenta de altas temperaturas y escasez de agua alcanza porcentajes que van del 13.4% para 1982-1983 y del 17.3% para 1997-1998, cifras aparentemente bajas.

Por lo que corresponde a la distribución espacial de estos tres indicadores, en los mapas 7 y 8 encontramos que, para los años Niño, encabezando la lista en número de reportes se encuentra el Distrito Federal, seguido de lejos por el Estado de México y Jalisco para 1982-1983 (aquí parece haber insuficiencia de datos), mientras que la abundante distribución en 1997-1998 lleva a la cabeza de nuevo a estados norteños como Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, tres estados del Pacífico que son Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, Veracruz en el Golfo de México y al Estado de México.

Mapa 7: Distribución espacial de sequías, olas de calor e incendios
forestales. México 1982-1983

Mapa 8: Distribución espacial de sequías, olas de calor e incendios
forestales. México 1997-1998

 

 


La superficie afectada por los incendios forestales en 1998, incluyendo forestales propiamente dichos, pastizales y zonas con vegetación arbustiva y matorrales, alcanzó proporciones verdaderamente considerables, llegando en algunos casos a contabilizarse cerca de 15 mil incendios en ese año. El cuadro 2, si bien da cuenta de una cantidad muy superior de registros en comparación con la que hasta ahora cuenta Desinventar, refleja un patrón similar en la distribución espacial que se muestra en el mapa 8, aún cuando éste además de incendios forestales incluye sequías y olas de calor; la secuencia es distinta. Encabeza la lista el Estado de México, seguido por el Distrito Federal, Michoacán y Chihuahua en número de incendios, mientras que en superficie afectada son los estados de Oaxaca y Chiapas los que presentan la mayor cantidad de hectáreas con cifras alarmantes.

Cuadro 2: Incendios forestales para 1998.

SEMARNAP, en: Delgadillo et al., 1999:188

 

Las anteriores correlaciones derivadas de los reportes de sequías, olas de calor e incendios forestales, que dan cuenta de altas temperaturas y escasez de agua, ofrecieron evidencias importantes que obligan a llevar a cabo ensayos similares relativos a los reportes existentes en Desinventar relacionados con abundancia o exceso de agua. Para ello seleccionamos los siguientes cinco indicadores: inundación, deslizamiento, granizada, lluvia y tempestad, y realizamos los ejercicios que aparecen a continuación.

Gráfica 11

Total de reportes de inundación, deslizamiento, lluvia, tempestad y granizada

 

En la gráfica 11 aparece la distribución anual del total de reportes con los cinco indicadores mencionados, y muestra una mayor concentración en 1992 (que seguramente se deriva de mayor número de fuentes consultadas, asunto que habrá que revisar) dentro de la barra de los 300, seguido de 1993, y luego 1994 y 1998 con la misma cantidad; el resto se encuentran por debajo de la barra de los 100.

 

Gráfica 12
Total de reportes de inundación, deslizamiento, lluvia, tempestad y granizada

 

Las gráficas 12 y 13 muestran el total de reportes con los mismos cinco indicadores por año para los años Niño, mostrando para 1982 y para 1983 una mayor cantidad, justamente en los meses que cubre la temporada de lluvias (mayo a agosto), aunque en 1983 los reportes sobre desastres fueron muchos más que en 1982, y rebasaron el mes de agosto. En 1997-1998 el comportamiento es parecido al anterior, en términos de que los reportes son considerablemente más numerosos en 1998 que en 1997, y en estos casos en los dos años rebasaron el fin del periodo de lluvias, llegando a tener su clímax, con el mayor número de reportes, en septiembre de 1998. 

La distribución espacial de estos cinco indicadores se llevó a cabo, igual que en el caso de sequías, olas de calor e incendios forestales, exclusivamente para los dos años Niño, y aparece en los mapas 9 y 10.
La distribución a lo largo del territorio nacional de estos indicadores de nuevo muestra que el Estado de México cuenta con el mayor número de reportes, sólo que en 1982-1983 esta primacía no la comparte con el Distrito Federal, y para ese mismo año en la secuencia siguen tres estados de la costa pacífica (Baja California, Sonora y Nayarit), Nuevo León y Tlaxcala, pero todos ellos con pocos reportes. En 1997-1998 la distribución espacial es muy distinta, pues en segundo lugar están los estados costeros de Michoacán y Chiapas en el Pacífico, y Veracruz en el Golfo de México, seguidos por Jalisco (costa pacífica) y Coahuila al norte.
 
 

  Mapa 9: Distribución espacial de reportes de inundación, deslizamiento, lluvia, tempestad y granizada. México 1982-1983

 

 

Mapa 10: Distribución espacial de reportes de inundación, deslizamiento, lluvia, tempestad y granizada. México 1997-1998

 

Los ejercicios anteriores se han centrado en identificar los reportes con los que al momento contamos relacionados con el clima y, en su caso, con los años Niño, en el entendido que para estudiar los riesgos de desastre ENSO es necesario estudiar tanto los procesos naturales como sociales. Algunos de los indicadores que permiten incursionar en los procesos sociales se encuentran también en Desinventar, sin embargo es justamente a lo largo del desarrollo de este proyecto que deberemos identificar aquéllos que en el caso mexicano den cuenta de esa construcción de riesgos y vulnerabilidades a desastre.

En el caso particular de las sequías asociadas con El Niño, sabemos que forman parte de procesos diferenciales, dependiendo de factores diversos, particularmente de la región considerada y del contexto específico en que se desarrollan. Algunos casos estudiados muestran resultados de alguna manera “esperados”, pero no siempre es así; a manera de ejemplo podemos citar los resultados de una investigación llevada a cabo en los estados de Sonora y Puebla, basados en datos de los censos agrícolas de 1970 donde a partir de la interrelación de variables como clima, irrigación y tenencia de la tierra, a la par de encontrar que las pérdidas de la sequía de 1969 en México pueden explicarse en términos generales por el déficit de lluvias, demuestra que la vulnerabilidad a la sequía resulta ser diferencial dentro de condiciones climáticas adversas similares; si bien en Sonora las mayores pérdidas fueron experimentadas dentro del sector de ejidatarios, en Puebla tanto éste como los pequeños y grandes productores resultaron igualmente afectados (Liverman, 1990). Convendrá revisar qué procesos sociales se desencadenan en condiciones de sequía prolongada, como puede ser durante Niños intensos, procesos que son a su vez parte de procesos mayores históricamente determinados.